La formación va por sexos
Según los datos recogidos por el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de Fundación ONCE -Odismet-, en nuestro país las mujeres con discapacidad tienen una formación académica superior a la de los hombres.
El 20,2 % de las mujeres con discapacidad son graduadas, frente al 14,4 % de los hombres y, aunque el nivel formativo no garantiza la igualdad, cuanto mayor es el de las personas con discapacidad, más se reducen las distancias con la población general en lo que a los principales indicadores de empleo se refiere.
En el conjunto de España, el 29,1% de las personas con discapacidad que están ocupadas cuentan con estudios superiores, frente al 44,3% de las personas sin discapacidad con igual formación y, en este contexto, las mujeres con discapacidad se sitúan por encima de las ratios alcanzadas por los hombres del colectivo, ya que los datos revelan que de las personas con estudios superiores ocupadas, el 51,5% son mujeres.
Esta información proviene de la actualización más reciente del empleo de las personas con discapacidad publicada por el INE el pasado mes de diciembre, que también refleja que el 8,9% de las personas con discapacidad con estudios primarios se encuentra trabajando, frente al 4,9 del resto de la población con el mismo grado de formación. En cuanto a los graduados entre la población sin limitaciones para la actividad, la cifra alcanza el 36,4%, más del doble que entre las personas con discapacidad (16,9%). Igualmente, la ratio de personas sin formación apenas representa el 0,4% (frente al 4,5% para el colectivo).
Según los expertos, la reducción de esta brecha requiere concienciar de la relevancia de la educación y poner de manifiesto las ventajas que ofrece de cara al empleo. Se trata de una tarea complicada, especialmente cuando el abandono escolar entre las personas con discapacidad casi duplica el de la población sin discapacidad (43,2 frente al 25,2%) y el porcentaje de personas cursando algún tipo de formación en la actualidad es del 7,9% para el colectivo frente al 19,7% de la población sin discapacidad.
El porcentaje de las personas con discapacidad de entre 16 y 24 años que cursan estudios es de un 56% frente al 70, 9% del resto de la población que se encuentra en esta situación. En la franja de 25 a 44 años los porcentajes son del 10,2% (15,1 en personas con discapacidad), mientras que en edades comprendidas entre 45 y 64 años descienden a un 3,6 frente al 7,2%.
El acceso a la formación entre el colectivo se ve condicionado por diversas variables e, inicialmente, el tipo de discapacidad parece influir de forma notable. Aquellos con discapacidades de tipo físico o sensorial (visual o auditiva) obtienen mayores niveles formativos que los que presentan una discapacidad de tipo intelectual, donde el porcentaje de universitarios es casi inexistente.
También la zona de residencia condiciona los niveles de formación y, según los datos publicados por el INE, en las grandes áreas urbanas el nivel de universitarios es del es del 20,2%, frente al 11,8% registrado en zonas rurales. El grado de discapacidad también establece diferencias importantes y, en líneas generales, a mayor porcentaje de discapacidad, menor nivel formativo. Por último, con respecto a la evolución, la tendencia es claramente positiva, con un descenso del porcentaje de personas sin estudios e incremento de universitarios entre el colectivo.
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