Lía González, Pedro Salgado y Noa Collazo, tres rapaciños que brillan en los Prometeo Literarios de la ONCE

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Lucas y la silla de ruedas’, ‘O conto dos cansyOrgullosa de ser ciegason los títulos de los trabajos ganadores del trío de ases gallegos, con siete y 12 años, creatividad y talento. Escribir no es cosa de cuento, pero por algo se empieza. En tinta, braille o sonido todo es lícito para arrancar una historia de descubrimiento… Las de Lía González Martínez, Pedro Salgado González y Noa Collazo Caulonga tienen el nexo del Concurso Prometeo 2022. Y es que, con siete años, Lía gana su primer premio literario por el cuento ‘Lucas y la silla de ruedas’; Pedro, que los acaba de cumplir en junio, escribe, en castellano y gallego, su relato ganador ‘O contos dos cans’; y Noa, de 12, tiene una mención especial por su poemario ‘Orgullosa de ser ciega’.

Si bien los más pequeños tiran más de imaginación, mezclada con realidad, para el desarrollo de los trabajos, Noa escarba en sus recuerdos y -por fin- encuentra las palabras precisas, que hablan de la ceguera, en una suerte de verso libre:

Ser ciego/ es un rollo/ no te lo niego/ eso de no poder ver/ parece que da mucho miedo// Pero no es para tanto/ cuando ya te vas acostumbrando, / sin embargo, desarrollamos/ el tacto con nuestras manos/ ¡también somos humanos! // (…)

Lee y escribe en braille desde que tiene memoria. También toca el piano, por cierto. Y no es la primera vez que se presenta a los Prometeo de la ONCE, en las diferentes categorías: música, cuento, relato, poesía… Aunque es ahora cuando ha conseguido brillar más y anda feliz, claro. “Mira, llevo ya unos años participando en el concurso, me presenté con una grabación musical, con cuentos… Cuando me lo dijeron, yo me sentí muy ilusionada porque es la primera vez que recibo un premio, ¡y por un poema! Es una gran ilusión", declara, con entusiasmo, la jovencita natural de Santiago de Compostela.

Alumna de sobresaliente, ha concluido sexto de Primaria y sus pensamientos futuros rondan los estudios de Fisioterapia. “Me apasiona la anatomía; desde hace algún tiempo lo tengo claro: quiero ser fisioterapeuta”, asegura sin titubeos. Las letras, ya hemos visto, tampoco se le dan mal y le encanta leer. Eso sí, los libros y las cosas importantes prefiere tenerlas transcritas al sistema de lectoescritura braille.

El cuento de los perros

A Pedro se le llena la boca de alegría cuando nombra los animales de su granja: “pitas, porcos, vacas, ovellas, cans…”. Aún más si preguntas por ‘Cazador’, un mastín enorme, su perro preferido y protagonista de su cuento premiado:

“Mi perro se llama Cazador porque caza conejos y caza de todo; es muy bonito. Siempre se acuesta en la arena de la dehesa porque yo juego allí y él viene junto a mí; yo le acaricio y también puedo montar en él porque es grande y él me deja (…) (fragmento traducido del cuento original ‘O contos dos cans’).

Respira naturaleza y disfruta con los animales, en concreto con su perro que monta como si fuera un caballo. Pedro es de pocas palabras, al menos por teléfono. Tiene una hermana melliza, Alba, “más pequeña” que él, comenta risueño. Intercala castellano y gallego en su habla y, por lo que cuenta y escribe, se nos antoja que es un chaval muy alegre y bastante travieso. Sobre todo, le gusta jugar con su perro. “Me da la pata y monto en él”, dice. Como recompensa comparte las chuches con el can, además de darle galletas y cereales.

Lleva gafas y lentillas para ver mejor y en su cole no hay ningún compañero que sea ciego, sólo “un neno que lleva gafas”, apunta. Saca buenas notas, de números altos: “A veces un nove, a veces un diez, un ocho… diez también”. Le gustan las mates, la lengua… y se le da peor la música. De mayor quiere ser policía “porque llevan pistolas y metralletas”, concluye el rapaz de Baños de Molgas (Ourense). 

Extraordinariamente extrovertida se muestra la pequeña Lía, de Orense. Se nos antoja poseedora de una imaginación desbordante, que también aplica a su cuento ganador ‘Lucas y la silla de ruedas’, ambientado en un parque infantil, de juegos no accesibles para todos… “Había unos columpios que llegaban hasta las nubes; un tobogán con escaleras y un balancín gigante (…)”, escribe en el relato, con tintes solidarios.

Salpica de personajes, que bien pudieran ser reales, la historia de Lucas, un niño en silla de ruedas, de 10 años, con el único deseo de jugar como los demás. Ella, Lía, argumenta con orden y concierto y hace un esbozo de los elementos a considerar para ser mejorados. “La solución es que pongan enganches y una ‘rampla’ para que Lucas suba a los columpios, enganche su silla y se pueda montar”, declara con resolución.

Animosa y dicharachera, la pequeña protagonista está aprendiendo braille con su profesora de apoyo de la ONCE. “Me gusta escribir, pero no mucho porque se me cae el brazo”, puntualiza risueña, al hilo de la conversación. Las matemáticas son ‘asignatura preferida’ y se está pensando ser profe de Mates. “No sé aún si ser de Primaria o de Infantil, pero, en infantil, mucha Matemática no se da”, dice dubitativa.

Sea como fuere, pendiente está por escribir. Los superpoderes de héroes y heroínas le atraen sobremanera y le gusta disfrazarse, en cuanto tiene ocasión. Los podcasts de cuentos le privan y su máxima es ver a todo el mundo feliz, a golpe de un chasquido… con los dedos. “Me gustaría tener superpoderes porque si alguien está triste das ‘un chasquido’ y esté contento”, concluye con tan mágica reflexión.

Por Genoveva Benito  

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